Han pasado 169 años desde que fue tendida en nuestro país la primera red de telecomunicaciones. Cerca de 180 km de alambres de hierro sobre postes de madera permitieron la comunicación entre la Ciudad de México y la población de Nopalucan, Puebla a través de una red telegráfica[1].
Hoy, las telecomunicaciones son mucho más que alambres, torres o mensajes codificados de “rayas y puntos”. Somos testigos de una revolución tecnológica que nos permite comunicarnos de manera más rápida, eficiente y a través de redes con mayores capacidades y velocidades de transferencia de datos.
A nivel global, se dice que estamos en los albores de la cuarta revolución industrial, una en la que las redes móviles de quinta generación
(5G), la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas impactarán en todos los aspectos de nuestras vidas: en la salud, educación, transporte, agricultura, industria, entre otros.
La evolución del sector y la prestación de los servicios también plantea nuevos desafíos para los órganos reguladores de las telecomunicaciones en todo el mundo y hace inaplazable la revisión de los marcos normativos con un enfoque multidimensional y colaborativo tanto con el sector privado como con el gobierno y la sociedad civil.
Un buen parámetro sobre la maduración de los órganos reguladores y su adaptación a estos cambios es el Rastreador Regulatorio de las tecnologías de la información (ICT Regulatory Tracker) de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el cual evalúa el grado de avance en los marcos regulatorios a nivel mundial, con el fin de propiciar reformas para lograr que el sector sea más dinámico e inclusivo.
El indicador valora el progreso de los reguladores en cinco generaciones:
- Reguladores de 1ª Generación: Regulación de monopolios públicos; enfoque de dirección y control.
- Reguladores de 2ª Generación: Apertura de mercados; liberalización parcial y proceso de privatización.
- Reguladores de 3ª Generación: Facilitar la inversión, innovación y acceso; estimular la competencia de servicios y contenidos y la protección al consumidor.
- Reguladores de 4ª Generación: Equilibrio entre la apertura y flexibilidad del mercado y la efectividad de la regulación, a tal grado que hay una regulación integral liderada por objetivos de política económica y social.
- Reguladores de 5ª Generación: Regulación colaborativa; diálogo incluyente y enfoque armonizado entre sectores.
En la última edición del Rastreador Regulatorio, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), regulador de las telecomunicaciones en México, fue clasificado como un organismo de cuarta generación, ocupando el lugar número 19 de 193 posiciones (por arriba de países como Estados Unidos, Canadá o España), en contraste con el año 2013, cuando ocupaba el sitio 62
[2].
Estos resultados dan cuenta del importante papel que ha jugado el IFT en la generación de un entorno regulatorio de mayor certeza, predictibilidad y estabilidad que ha permitido avanzar en el objetivo de contar con mejores condiciones de competencia en los sectores de las telecomunicaciones y la radiodifusión, generando un impacto social positivo en beneficio de los usuarios.
Para avanzar a la siguiente etapa los reguladores, y desde luego el IFT, deben adoptar las medidas que conduzcan a una mayor innovación, que faciliten el despliegue de tecnologías nuevas y emergentes, incentiven la inversión y se centren en la inclusión y la cooperación.
La colaboración entre instituciones es clave para lograr la relevancia, coherencia y el impacto que la regulación demanda. Esta transformación supone un cambio paulatino hacia la construcción de una nueva normatividad basada en principios de alto nivel para encontrar soluciones a situaciones complejas y cambiantes que conlleva el vertiginoso avance tecnológico.
Para lograr estos objetivos es necesario que desde las primeras etapas y no solamente mediante las consultas públicas que prevé la ley, se contemple la participación y la opinión de todos los sectores involucrados.
Igualmente, es importante mantener principios guía para la regulación como: reducir barreras de entrada, contribuir al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible 2030, fortalecer los derechos humanos, por mencionar algunos.
En la medida en que se tomen en cuenta estos aspectos y se observen altos estándares de calidad en la emisión nuevas normas y resoluciones, el IFT se consolidará como un referente a nivel mundial, de quinta generación, que genere condiciones de certeza jurídica para el despliegue de nuevas tecnologías, el desarrollo de las telecomunicaciones y la radiodifusión en México, y sobre todo, que genere condiciones de bienestar a la población.
Twitter: @juarezmojica
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